a) Cómo usar
"formularios"
El ejercicio me entusiasmó y hasta me dieron ganas de
aplicarlo ya mismo en mi curso, pero ya terminen las clases. De todas formas, aún
me cuesta familiarizarme con la forma de presentación de las respuestas en el
formulario: por ejemplo, si me conviene pasar la planilla a Excel, o a pdf, o a
otro formato; e indagar otras modalidades de recepción de respuestas (que todas
se vuelquen en una sola planilla, o en varias). Acá tengo que seguir
practicando.
b) Propósitos de la
evaluación
No logré distinguir que hubiera diferentes propósitos de
evaluación: todos los exámenes (incluso el mío) me parecieron un examen
“clásico” donde un alumno debe responder preguntas sobre un texto para ver si
lo “sabe”: cuando lo respondí me sentí como cuando era alumno, y cuando lo
diseñé, como docente, independientemente de que fuera una nueva modalidad. Luego
de la actividad, me pregunté, por lo que yo en realidad estaba haciendo, si en
el propósito de la evaluación no debería haber declarado: “aprender a evaluar
utilizando un formulario de Google doc, para ver las diferencias y/o
similitudes con una evaluación convencional”.
c) Formas variadas de
organizar las preguntas
Los formularios son bastante amplios en cuanto a los tipos
de preguntas que permiten hacer. Si bien a uno se le puede ocurrir otro tipo de
tipo de preguntas que estos no ofrecen, considero que son los suficientemente
amplios como para poder realizar una evaluación más que aceptable.
d) Como un mismo
“objeto de estudio” puede ser utilizado por diferentes profesores con
propósitos y modalidades distintas
Si bien el texto nos habrá costado más a unos que a otros según
la especialidad de cada docente, los tipos de preguntas fueron similares en
todos los exámenes (inclusive el mío): algunas se atuvieron estrictamente al
contenido y otras propusieron respuestas que se acercan más a reflexiones,
apelando a conocimientos del alumno sobre la realidad económica mundial y/o argentina. Lo cual me parece lógico, ya que todos los docentes formamos una "comunidad" en la que nos parecemos y manejamos criterios similares, independientemente de la especialidad de cada uno.
Un comentario aparte, es que me costó “incorporar” la
taxonomía de Bloom a la evaluación. Al principio pensé que a medida que uno
sube de habilidad en el nivel de pensamiento, debería diseñar preguntas más
complejas. Pero ahora creo que a veces uno hace una pregunta “tonta”, y en
realidad esta encubre un pensamiento complejo; o una que considera sofisticada, y su
respuesta requiere de habilidades más sencillas. Y en consecuencias las
evaluaciones terminan siendo una mezcla de preguntas rebuscadas y/o
sencillas, donde creemos evaluar una capacidad, cuando en realidad estamos evaluando
otra sin darnos cuenta.
Hola Eduardo,
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que en el propósito se podría haber incluído “aprender a evaluar utilizando un formulario de Google doc”.
Sobre la taxonomía de Bloom y la complejidad de las preguntas, coincido en que las habilidades que se ponen en juego no se relacionan con la extensión o sofisticación del enunciado. Particularmente analizo qué quiero evaluar y me oriento hacia la sencillez tratando de no ser ambigua.
Saludos,
María